“Las inclinaciones humanas más bellas, así como las más desagradables, no forman parte de una naturaleza humana fija y biológicamente dada, sino que resultan del proceso social que crea el hombre” Erich Fromm
Antes de que pudiéramos comprenderlo, los seres humanos creábamos y eso que creábamos en combinación con otros elementos servían para crear nuevas cosas y este ciclo se ha venido repitiendo a través de la existencia de la humanidad. Es así como civilizaciones antiguas lograron avanzar en sus tiempos. Durante el periodo de los mesopotámicos en el milenio V a.c se les fue atribuido la invención de la función de la rueda como máquina simple de transporte, esta a su vez ésta ya había sido creada inicialmente en el milenio IV a.c bajo el modelo de la función circular del torno de alfarero: máquina usada por los artesanos de barro para crear una pieza o vasija, esto solo para ilustrar el recurso de la invención que nos es dado naturalmente y que la función de las cosas se extiende más allá de ser un eslabón para la invención de otros objetos.
Puede ser una analogía para este momento de la vida y lo que la acompaña mientras la vivimos. Por ejemplo como la experiencia en un trabajo nos sirve para construir un conocimiento que le daremos sentido al unirse con otro conocimiento que encontremos en un trabajo futuro, y así sucesivamente. Un sin número de vivencias interminables entrelazadas en una cadena de conocimientos durante el tiempo, y que puede ser susceptible de interconectarse con la cadena de conocimientos de otras personas.
Pensemos en un grupo de mujeres, estas mujeres son emprendedoras; cada una con un negocio en marcha o con una idea de negocio en construcción para convertirla en algo que represente valor económico, en este punto tenemos un grupo que comparte unas semejanzas.
Este grupo está viviendo una época de coyuntura social importante, están atravesando una crisis de salud, se conoció hace pocos meses la existencia y la rápida propagación de un virus muy mortífero que ataca el sistema respiratorio de las personas, en pocos meses este virus se ha expandido a lo largo y ancho de la tierra con una velocidad de contagio tan rápida que los sistemas de emergencia de varios países han comenzado a colapsar por el alto número de enfermos, muertos y el escaso número de equipos e instalaciones para responder ante una emergencia de tales calibres.
Los gobiernos del mundo comienzan a tomar medidas en pocas horas; como aislar en sus casas a los habitantes de ciudades y países, todo grupo humano debía aislarse, debía distanciarse. La economía y la rentabilidad comienzan a caer y el temor dentro de ellas comienza a aparecer, la incertidumbre se convierte en un visitante de cualquier hogar en la tierra y así como el virus, la interconectividad del mundo comienza a hacer de las suyas, propaga noticias, información, teorías, con ellas toda clase de contenido diverso y casi conspirador frente a la situación que nadie aún conoce a fondo. Parpadeamos y la normalidad que conocíamos dejó de serlo.
Para las emprendedoras y microempresarios del mundo fue un golpe que se sintió con gran fuerza, y cada segmento en su particularidad fue afectado en alguna medida; el bajo tránsito de clientes, la manufactura decreció, el pago de cada salario preocupa, el volumen de trabajo disminuyó, los turistas no están, no es lo mismo y la velocidad bajó tanto que todo paró.
La frustración apareció, esa respuesta emocional negativa que todos hemos sentido frente a lo que percibimos cuando no podemos cumplir una meta un logro o algo que teníamos propuesto, una respuesta algunas veces imperceptible pero no inexistente que nos acompaña desde que somos pequeños, se preguntaran para que esta puesto ese sentimiento en los seres humanos, ¿habrá algún un sistema de recompensa que aún no conocemos? ¿Qué valor en reciprocidad tendrá? la enciclopedia de la personalidad nos da una pista sobre su función social, la frustración al provocar un efecto negativo indica que nuestros intereses y la forma en que queremos conseguir esos intereses no están funcionando y deben ajustarse, acomodarse o reorganizarse. Una forma muy vivencial de aprender sobre lo que sentimos, ¿no?
Esta emoción está presente en estas mujeres emprendedoras, y no es una emoción que transite sola por su sistema límbico o emocional, la frustración se transforma por la carga emocional que ya trae de la desilusión, la tristeza y algo de sorpresa, a esto nos referimos desde la psicología como emociones secundarias, emociones que tienen una carga previa de otras emociones y se transformar en una nueva emoción y esa nueva emoción que surge será susceptible a cambios futuros en combinación con otras. Se convierte en un ciclo emocional.
¿Cómo menguar las emociones de estas mujeres que en medio de sus emprendimientos las experimentan y van mutando?, la respuesta se presentó como quién percibe algo singular, como cuando ves el tránsito de una estrella fugaz en medio de un cielo estrellado, encontramos que había una necesidad de identificación con otras personas que estaban pasando por un episodio familiar, una necesidad de sopesar la realidad, que las cosas que ellas pensaban y sentían no era invención de su cabeza a punto de “enloquecer”, fue así como las historias de vida de mujeres emprendedoras de largo trayecto con episodios emocionales significativos y factores similares a sus vidas dentro del emprendimiento y en medio de una crisis mundial por una pandemia eran casi que igual o comparativamente igual a las historias que ellas estaban viviendo. Durante estás conversaciones las palabras fueron la tela y el hilo las emociones, como si la historia de cada una fuera un ápice de una historia no terminada, como si su historia estuviera dentro de la historia de otra mujer, y esas historias a su vez fueran a participar dentro de la historia de otra mujer.
Así pudiéramos comprenderlo no podríamos, la inagotable capacidad inventiva de nuestras vidas dentro la vida de los demás.
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